¿cuál es la disponibilidad de energía? ¿la energía es ilimitada?

En los últimos 150 años, entre 1850 y 2010, la población mundial se multiplicó por 5,5, mientras que, mediante el uso de combustibles fósiles, el consumo de energía se multiplicó casi por 50 (Hughes, 2013).

Gráfico 1 : Población mundial frente a energía


Fuente: (Ibídem, pág. 4, 2013)

La disponibilidad energética (tanto la cantidad como la calidad de la energía) ha generado las condiciones para el desarrollo material de los últimos dos siglos. Las fuentes que posibilitaron este fenómeno (carbón y, más adelante, petróleo y gas natural) se caracterizan por su alta densidad energética, la presencia de mucha energía en poco volumen, la facilidad de transporte y almacenamiento, el desarrollo de múltiples usos y la alta tasa de retorno energético de las primeras épocas.

Este proceso de inclusión de los combustibles fósiles no fue instantáneo, sino que tardó décadas en implantarse y desplazar al modelo energético anterior, basado en los recursos biomásicos, el agua y el viento. El carbón se desplegó durante el siglo XIX; el petróleo ingresó sobre finales del mismo siglo, pero se instaló fuertemente luego de la Primera y Segunda Guerra Mundial. En ese período, la máquina de vapor y carbón empezaron a ser suplantadas por derivados del petróleo y el motor de combustión. Pero fue solo en la segunda mitad del siglo XX cuando se consolidó el petróleo como principal fuente de energía. En ese período, comenzó la incursión del gas natural, un combustible al que muchos le auguran un poder protagónico en la lucha contra el cambio climático (ver pregunta 8).

A mediados del siglo XX, Marion King Hubbert, un geólogo y geofísico empleado de la petrolera Shell, analizó las características del proceso de descubrimiento, producción y decrecimiento en la extracción de petróleo (trabajos que luego se extendieron a otros combustibles fósiles y a muchos minerales). Más allá de los debates que suscitó su investigación, la mayoría de los investigadores coincide en que en algún momento se alcanzará el cénit, o punto máximo, en la producción de hidrocarburos. El debate, por lo tanto, se centra en cuándo se producirá, si es que no ocurrió ya.

González Reyes (2018), revisando la bibliografía existente, apunta:

“El cénit del petróleo convencional se alcanzó en 2005 (IEA, 2010, 2012, 2015). Uno de sus corolarios es que el suministro de petróleo está en manos de un número de Estados cada vez menor, entre los que destacan Arabia Saudí, Rusia y EE.UU. El pico de todos los líquidos combustibles es probable que sea antes de 2024 (Patterson, 2014a, 2016b; Political Economist, 2014; Mediavilla, 2015; Li, 2017). En los países no OPEP, será donde antes se alcance. Las exportaciones de la OPEP terminarán antes de 2050 (Lahèrrere, 2013). El pico de los gases combustibles se alcanzará entre 2020 y 2039 (Valero y Valero, 2014; Coyne, 2015; Mediavilla, 2015; Li, 2017). El del carbón podrá ser poco después: entre 2025 y 2040 (Capellán-Pérez y col., 2014; Political Economist, 2016; Li, 2017)”.

En el gráfico siguiente, se representan los momentos posibles del pico de extracción de los diversos combustibles fósiles y el uranio (Fernández Durán & González Reyes, 2018).

Es probable que la finitud de los recursos establezca los límites para que la curva de utilización de combustibles no pueda seguir teniendo el crecimiento exponencial del primer gráfico.

En la tabla siguiente se pueden observar estimaciones sobre los límites en la disponibilidad de los combustibles fósiles, en comparación con los límites de las fuentes renovables (Gonzalez Reyes, 2018).

No hay dudas respecto a la finitud de los recursos energéticos fósiles y no renovables, y además esto es congruente con la constatación de un conjunto de límites planetarios asociados fundamentalmente a la capacidad de los ecosistemas para adaptarse y sobrevivir a los patrones de consumo dados por el modo de producción actual.

La disponibilidad de energía y materiales se convierte en uno de los principales condicionantes a la hora de pensar procesos de transición. Mientras la transición energética corporativa intenta huir hacia adelante apostando a más mercado y continuar un sendero de consumo insostenible, desde las perspectivas de la transición energética popular se plantea la necesidad de adaptarnos a la energía y los materiales existentes, no solo en cuanto a cantidades físicas, sino atendiendo a los impactos socioambientales que provoca su uso y extracción.

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