¿se perderán empleos? ¿habrá menos trabajo?

Estas preguntas son centrales en un proceso de transición energética. El proceso de transición energética popular debe ser impulsado, desarrollado y controlado por los sectores populares, los trabajadores y las trabajadoras, en alianza con los otros movimientos sociales articulados. En este marco resulta relevante el papel de las organizaciones de los y las trabajadoras.
En este contexto, la mayor preocupación de los sectores vinculados con los trabajadores y las trabajadoras organizadas, los sindicatos y las federaciones sindicales es el impacto que el proceso de transición energética tendría sobre los empleos y los derechos laborales. Estas preocupaciones se expresan en el debate acerca de lo que se denomina transición justa.
Existen muchas respuestas y muchos desafíos que se deben resolver en el trayecto hacia otra sociedad.
Hay estudios que abordan la situación de los empleos asociados a la transición energética en cuanto a los sectores más directamente vinculados con la energía. Muchos de ellos muestran que el balance en la destrucción-generación de puestos de trabajo convencionales podría ser positivo. Al momento, la mayoría de los datos disponibles hacen referencia a los países denominados desarrollados. Aún es escasa la elaboración de alternativas en el resto de los países, aunque el rol de China merecería un párrafo especial.
En el ámbito de las energías renovables a escala global, se contabiliza la posibilidad de crear más de ocho millones de empleos, como se observa en el cuadro.
Estimado de empleos directos e indirectos en energía renovable a nivel mundial, por industria
Fuente: (REN 21, 2016)
Sin embargo, estos datos requieren de un análisis más exhaustivo, tanto en relación con los impactos y conflictos socioambientales generados por las fuentes contabilizadas como con el carácter corporativo de su extracción y, ligado a ello, las condiciones laborales que, en muchos casos, no respetan premisas de trabajo decente. Se debe superar la tendencia a transicionar hacia “energías limpias y empleos sucios” que se ha generado desde la transición energética corporativa.
Se pueden observar algunos casos positivos, como el de Alemania, donde los empleos en las energías renovables duplicaron los empleos en todos los otros sectores combinados (Fundación Heinrich Böll, 2017).[1] Según un estudio encargado por el Ministerio Federal de Asuntos Económicos y Energía, el impacto neto en el empleo sería moderadamente positivo, con un incremento neto anual de 18 000 empleos hasta 2020, en comparación con un escenario sin el desarrollo de energías renovables.
En España, una iniciativa a cargo del sindicato Comisiones Obreras, a través del Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS), creó hace algunos años el Centro de Energías Renovables y Empleo, que monitorea el desarrollo de empleos en el campo de las energías renovables. Desde esta iniciativa, se analiza no solo la cantidad de empleos que se podría generar, sino las características y calidad de estos y de las empresas asociadas, reconociendo como sectores claves la generación de energía con fuentes renovables, la adaptación de las redes eléctricas, los avances para un nuevo modelo de movilidad sostenible, la rehabilitación de edificios y las tareas asociadas a la eficiencia energética en los procesos productivos, entre otros.[2]
En un trabajo detallado, Jacobson y otros autores (2015) evalúan la posibilidad de una matriz energética 100 % renovable en el año 2050 para Estados Unidos. Analizan, estado por estado, los nuevos empleos que se generarían y los que se perderían en este proceso. Plantean que, en un proceso de 40 años, se desarrollaría la infraestructura necesaria para este cambio y se generarían más de 3 900 000 nuevos empleos para la construcción y más de 1 900 000 empleos para la operación y mantenimiento. Al mismo tiempo, se perderían aproximadamente 3 800 000 de los empleos actuales en el sector energético. En el trabajo se evalúa que la transición planteada generaría un superávit de más de 2 000 000 de puestos de trabajo. Es preciso añadir que las condiciones de contratación, trabajo y sindicalización en los nuevos empleos deben responder a las demandas de las y los trabajadores de respeto de los derechos laborales fundamentales y garantizar una vida digna. Ello requiere la participación del movimiento sindical y popular en la discusión sobre las condiciones de esa transición, especialmente por la actual ofensiva de reformas laborales regresivas, así como de las consecuencias ambientales y sociales en los territorios de su extracción y generación.
En la tabla siguiente se observa un detalle del análisis de Jacobson.
Se debe hablar de un proceso de cambio, que también conlleva el desarrollo de nueva infraestructura. En los cambios tecnológicos anteriores, como, por ejemplo, la inserción del petróleo y el gas en la matriz energética, este proceso duró décadas. La urgencia que plantea la crisis climática obliga a pensar en que esta transición debería ser más veloz, asumiendo que incluso la transición no está ocurriendo.
Desde una visión más estructural, el cambio necesario excede los sectores asociados directamente a la generación de energía. Como se presenta en otras preguntas, si se mantiene la tendencia actual, el uso de energía en el año 2040 debería reducirse a un tercio. Esto significa no solo que muchos sectores de la producción industrial deberán mejorar en el ahorro y la eficiencia energética, sino también que el volumen de dichos sectores deberá reducirse drásticamente. Como vimos, esto no significa que el trabajo y el empleo sean menores en un futuro.
Muchos son los sectores que deberían reducir su actividad. Por ejemplo, en una economía poscarbono, los minerales podrán obtenerse a través del reciclaje, y no de la extracción minera. Posiblemente, se usen menos camiones, automóviles y aviones, y más trenes con tendidos eléctricos, y se reduzca el uso de plástico a niveles similares a 1985.[3] Estos cambios implican grandes desafíos sobre el mundo laboral, que obligan a pensar no solo en el empleo, sino en el trabajo. En diálogo con el movimiento sindical, es preciso problematizar conceptos como industrialización, tecnologías, empleo, trabajo y necesidades para avanzar hacia sociedades sostenibles social y ambientalmente.
Las respuestas deberán ser elaboradas por los sectores populares que lideren el proceso de transición energética popular, teniendo en cuenta que el camino se debe orientar hacia una economía menos material y energética, en la cual el trabajo no se reduzca al empleo y en la que, por ejemplo, se reconozca el trabajo reproductivo, realizado principalmente por las mujeres, y donde propuestas como las de renta básica podrían ser una alternativa a considerar. Resulta relevante comprender también que la transición energética popular no depende solo de buenos planes, sino especialmente de la posibilidad de cambiar las relaciones de poder para poder desarrollarla.
[1] En el año 2015 existían 330 000 empleos en el sector de las energías renovables, el doble que en el año 2004. Es importante señalar que, en los años siguientes, en Alemania se produjo un descenso de los empleos en renovables debido al decrecimiento en la fabricación de paneles fotovoltaicos que, en este momento, está monopolizada por China (Agora Energiewende, 2017).
[2] “Estudio sobre el empleo asociado al impulso de las energías renovables en España 2010” (ISTAS, 2010).
[3] Antonio García Olivares (2016)